Atendiendo la compleja situación que atraviesa el país en materia alimentaria, la Confederación Nacional de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro) presentó en su asamblea anual, un plan de recuperación agrícola con el que se podría abastecer la totalidad de la demanda interna en un plazo no mayor a 10 años, si en el presente se empiezan a generar adecuadas políticas públicas que estimulen la producción.
En la asamblea anual -en la que fue electa la nueva junta directiva 2017-2019 que estará presidida por el productor guariqueño Aquiles Hopkins-, el presidente saliente de Fedeagro, Antonio Pestana, presentó la propuesta agrícola del gremio, atendiendo las necesidades de 17 estados que dependen de la actividad agropecuaria y conscientes de que el Gobierno tiene en sus manos las políticas de impulso al sector.
El plan de Fedeagro se basa en el incremento de ocho rubros agrícolas: maíz blanco y amarillo, sorgo, arroz, caraota, girasol soya, café y caña de azúcar, entre los cuales apenas se sembraron en el último ciclo productivo alrededor de 813.155 hectáreas que solo cubrieron el 27 % del consumo interno, teniéndose que importar 73% de los alimentos que requiere la población venezolana.
El gremio establece que en el 2025 se podría cubrir el consumo nacional y en el 2027 generar un excedente para exportación, si se logra elevar la superficie de siembra a 3 millones 390 mil hectáreas e incrementar los rendimientos que, en la actualidad, son inferiores a sus capacidades, por diversos factores que limitan las labores en el campo.
Citando ejemplos, Pestana mencionó que en diez años se podría incrementar la productividad del maíz a 6.200 kilos por hectárea, la de sorgo a 3.300 kilos y la de soya a 2.650 kilos, mientras que en rubros como café –en el cual solamente se abastece 20% de las necesidades internas con producción local- se podría elevar a un 119%, generando un volumen para exportación.
“Hoy estamos en 3 mil millones de dólares en importaciones de alimentos y en el 2025 podríamos llegar a cero dólares y a lo sumo de tres años comenzar a exportar alimentos y generar divisas para el país”, sostuvo el presidente saliente de Fedeagro, al destacar que para ello se requiere políticas cónsonas a la realidad del sector en materia de seguridad económica, jurídica y personal, inversión en tecnología e innovación, leyes y normativas que incentiven la producción, servicios públicos óptimos y garantías en el abastecimiento pleno de insumos.
“Todos los que producimos bienes y servicios para el país lo que aspiramos es tener las herramientas necesarias para poder cumplir con nuestras funciones. La actividad
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agropecuaria potencia al resto de la economía y mientras tengamos más agricultura y ganadería tendremos más soberanía y más país”, expresó Pestana.
Dramático
La asamblea anual de Fedeagro comenzó con palabras de la doctora Marianella Herrera, profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV), quien dio a conocer algunos aspectos nutricionales medulares de la población venezolana, refiriéndose a la “tímida” posición fijada por la FAO en cuanto a la amenaza de que el país entre en una “severa” escasez de alimentos y medicamentos.
“Desde las organizaciones que trabajamos en derechos humanos y, en particular, el derecho a la alimentación, alertamos que no es que se podría presentar eventualmente una situación de escasez, es que llegó hace tres a cuatro años y es una situación que la vivimos a diario los venezolanos”, manifestó.
La contracción severa de la economía ha impactado en la población venezolana, cuya manera de alimentarse ha cambiado, afectando la nutrición y comprometiendo el desarrollo físico de la población, principalmente en los hogares que no comen como deberían.
De acuerdo con la también directora de la Fundación Bengoa, más de 9 millones de venezolanos comen dos o una vez al día, e inclusive han reducido las proporciones alimentarias. “De esa cantidad, la población más vulnerable son las mujeres embarazadas en un país donde no hay alimentos ni suplementos; 60% de esa población tienen alteraciones nutricionales y en el 2016 se incrementó a 100 muertes maternas por cada 100 mil habitantes”, dijo.
Herrera cuestionó a las organizaciones internacionales no profundicen sobre las dimensiones del problema, preguntándose “cuántos niños más tienen que morir para que estas agencias y el Gobierno entiendan que hay que producir los alimentos necesarios, adaptados a las necesidades de la población”, exhortando a que se defiendan los derechos humanos de los venezolanos.
La economista Bárbara Lira, consultora del Grupo ODH, se refirió a los retos que se tienen de cara al futuro, afirmando que el país enfrenta su mayor crisis económica en la historia contemporánea, siendo una nación dependiente de las importaciones que, cuando se hacen, básicamente son de insumos, repuestos e implementos, los cuales se requieren para el funcionamiento de los distintos sectores productivos,
“De los 65 mil 900 millones de dólares que se invertían en importaciones en el 2012, bajamos a 20 mil millones, es decir, un tercio que representa una contracción inmensa de nuestra economía. Tenemos la inflación más alta del mundo, con tres dígitos, estamos dejando que la pobreza aumente aceleradamente, 81% de los hogares no tienen para cubrir Unidad de Prensa
sus necesidades básicas y tenemos un modelo que dejó de funcionar, agravado por la caída de los precios del petróleo”.
Lira destacó que los sistemas socialistas colapsan por las deudas internacionales, el descontento social y la desconfianza hacia la legitimidad de los Poderes Públicos, e indicó que se requiere una reforma integral y profunda para reactivar la economía. “No existe una receta única para crecer; esto no pasa espontáneamente, se requiere un compromiso de largo plazo entre el sector público y privado”, acotó.
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